EFE
Santiago, Cuba
El papa Benedicto XVI cree que "todavía quedan
muchos aspectos" en los que debe avanzar la relación entre la Iglesia
católica y el Estado de Cuba y aseguró que lleva en su corazón "las justas
aspiraciones y legítimos deseos" de "todos los cubanos, dondequiera
que se encuentren".
En el acto de bienvenida en el aeropuerto de
Santiago y tras la intervención del presidente Raúl Castro, el pontífice
aseguró que en su visita a la isla pedirá a la Virgen de la Caridad, patrona
del país, que guíe los destinos de Cuba "por los caminos de la justicia,
la paz, la libertad y la reconciliación".
"Vengo a Cuba como peregrino de la caridad
para confirmar a mis hermanos en la fe y alentarles en la esperanza",
señaló Joseph Ratzinger.
En sus primeras palabras en la isla, Benedicto XVI
recordó que la visita en 1998 de su predecesor, Juan Pablo II, dio un
"nuevo vigor" a la Iglesia en la isla e inauguró una etapa de
"mayor colaboración y confianza" en las relaciones entre la Iglesia y
el Estado.
Pero, añadió, "todavía quedan muchos aspectos
en los que se puede y debe avanzar, especialmente por cuanto se refiere a la
aportación imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el
ámbito público de la sociedad".
El pontífice dijo que lleva en su corazón "las
justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se
encuentren" y de modo especial "de los jóvenes y los ancianos, de los
adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y
sus familiares, así como de los pobres y necesitados".
"Estoy convencido de que Cuba, en este momento
especialmente importante de su historia, está mirando ya al mañana, y para ello
se esfuerza por renovar y ensanchar sus horizontes", fue otro de los
mensajes del Pontífice.
A ello, prosiguió, cooperará "ese inmenso
patrimonio de valores espirituales y morales que han ido conformando" la
"identidad más genuina" del país.
"Ruego al Señor que bendiga copiosamente a
esta tierra y a sus hijos, en particular a los que se sienten desfavorecidos, a
los marginados y a cuantos sufren en el cuerpo o en el espíritu, al mismo
tiempo que, por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, conceda
a todos un futuro lleno de esperanza, solidaridad y concordia", concluyó
Benedicto XVI.