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lunes, 26 de marzo de 2012

Visita del papa Benedicto XVI a Cuba




EFE
Santiago, Cuba


El papa Benedicto XVI cree que "todavía quedan muchos aspectos" en los que debe avanzar la relación entre la Iglesia católica y el Estado de Cuba y aseguró que lleva en su corazón "las justas aspiraciones y legítimos deseos" de "todos los cubanos, dondequiera que se encuentren".
En el acto de bienvenida en el aeropuerto de Santiago y tras la intervención del presidente Raúl Castro, el pontífice aseguró que en su visita a la isla pedirá a la Virgen de la Caridad, patrona del país, que guíe los destinos de Cuba "por los caminos de la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación".
"Vengo a Cuba como peregrino de la caridad para confirmar a mis hermanos en la fe y alentarles en la esperanza", señaló Joseph Ratzinger.
En sus primeras palabras en la isla, Benedicto XVI recordó que la visita en 1998 de su predecesor, Juan Pablo II, dio un "nuevo vigor" a la Iglesia en la isla e inauguró una etapa de "mayor colaboración y confianza" en las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
Pero, añadió, "todavía quedan muchos aspectos en los que se puede y debe avanzar, especialmente por cuanto se refiere a la aportación imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el ámbito público de la sociedad".
El pontífice dijo que lleva en su corazón "las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren" y de modo especial "de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados".
"Estoy convencido de que Cuba, en este momento especialmente importante de su historia, está mirando ya al mañana, y para ello se esfuerza por renovar y ensanchar sus horizontes", fue otro de los mensajes del Pontífice.
A ello, prosiguió, cooperará "ese inmenso patrimonio de valores espirituales y morales que han ido conformando" la "identidad más genuina" del país.
"Ruego al Señor que bendiga copiosamente a esta tierra y a sus hijos, en particular a los que se sienten desfavorecidos, a los marginados y a cuantos sufren en el cuerpo o en el espíritu, al mismo tiempo que, por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, conceda a todos un futuro lleno de esperanza, solidaridad y concordia", concluyó Benedicto XVI.

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